En concreto, el nuevo trabajo apunta a que «las infecciones graves que necesitan un tratamiento especializado con atención hospitalaria durante las etapas tempranas y medianas de la vida se asocian con un mayor riesgo posterior de desarrollar patologías neurodegenerativas, en concreto las enfermedades de alzhéimer y de párkinson, una vinculación que, sin embargo, no se ha visto en otras patologías como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA)».
En el nuevo estudio, los investigadores utilizaron datos de personas diagnosticadas con alzhéimer, párkinson y ELA entre 1970 y 2016 en Suecia, así como cinco controles emparejados por caso, todos identificados del Registro Nacional de Pacientes de Suecia.
El análisis incluyó 291.941 casos de alzhéimer, 103.919 casos de párkinson y 10.161 casos de ELA. Pues bien, según las conclusiones obtenidas, «una infección grave, ya sea urinaria o gastrointestinal –por ser las más comunes–, que requirió tratamiento en el hospital cinco o más años antes del diagnóstico de la enfermedad neurodegenerativa, se asoció con un incremento del riesgo del 16% en alzhéimer y un 4% mayor de párkinson, con riesgos similares observados para infecciones bacterianas, virales y de otro tipo y para diferentes tipos de infección según el órgano afectado. Así, el mayor riesgo de enfermedad se observó en personas con infecciones múltiples tratadas en hospitales antes de los 40 años, hasta el punto de que el riesgo se duplicó, y más de 40% de aumento del riesgo de párkinson. Sin embargo, no se observó asociación para la ELA, independientemente de la edad al momento del diagnóstico.
Un factor precipitante
Con estos datos sobre la mesa, cabe preguntarse la trascendencia que puede tener un trabajo de este tipo. «Este estudio destaca porque tiene un gran número de pacientes y cuenta con un largo periodo de seguimiento, lo que le otorga una gran trascendencia en cuanto a que los resultados pueden ser bastante fiables. Sin embargo, también analiza épocas diferentes, lo que puede hacer que surjan dudas», asegura José Miguel Láinez, presidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Y es que, tal y como apunta Gurutz Linazasoro, neurólogo de la Policlínica Guipúzcoa, «los virus y las bacterias es algo que está en el foco de las investigaciones en este campo. Es algo que no descartamos, pero por ahora es difícil de demostrar, ya que las enfermedades neurodegenerativas son muy diferentes entre sí».
¿Influye el contagio por Covid-19?
Desde el inicio de la pandemia, «cuando se describieron los primeros síntomas de anosmia (pérdida de gusto y olfato), la Ciencia puso en la diana la posibilidad de que pasar la infección por Covid-19 aumentara el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas a largo plazo», recuerda Linazasoro. Sin embargo, «somos optimistas, ya que todo apunta a que, aunque pueda tener alguna vinculación, no sería determinante y no incrementaría el riesgo de demencias más allá de los dos dígitos», avanza Láinez.